Barberias

Breve historia de las barberías: De la medicina rudimentaria a la sofisticación

En los últimos diez años, los hombres han devuelto a su cabello el protagonismo que tuvo antaño, y que con el avance de la modernidad, poco a poco le habían arrebatado. El movimiento ‘hipster’ trajo consigo no sólo las camisas de cuadros y el iPad bajo el brazo, sino que ayudó a dar el impulso definitivo a la recuperación de un cuidado especial del estilo masculino.

El regreso de las barbas demandó el regreso del esplendor de las barberías, que vuelven a poblar las calles con imágenes de barbas silueteadas y los rodantes colores rojo y azul sobre blanco en los icónicos ‘barber pole’.

Pero cuando todo empezó, era muy distinto. El origen de las barberías se remonta a la edad de bronce. En aquellos tiempos, hace más de 3.500 años, se usaban piedras afiladas a modo de cuchilla. Los egipcios modernizaron los métodos, y esculturas encontradas demuestran que el afeitado del cuerpo entero era un ritual regular entre los farones y la alta sociedad.

Avanzando unos cuantos siglos nos encontramos que en la Edad Media eran los sacerdotes los más ilustrados, tanto en el hábito de leer y escribir como en el manejo de los utensilios de medicina. Sin embargo, el papa Alejandro III prohibió a los clérigos seguir practicando operaciones quirúrgicas. Era 1163, y entonces nació la mezcla de la barbería con la medicina.

Los barberos eran de los pocos diestros en el manejo de cuchillas y bisturís, así que la Iglesia les delegó la práctica de la medicina. El parlamento británico puso un poco de sentido común a aquello en 1450, y limitó estas operaciones a las terroríficas sangrías, la extracción de muelas, y por supuesto, el corte y cuidado del cabello.

Precisamente de las sangrías nace el ‘barber post’, que en su origen mostraba solamente franjas rojas y blancas, simbolizando la sangre que emanaba de esas extracciones y las vendas limpias que se usaban para secar la herida practicada. Su giro responde al baile de esas vendas al viento.

La introducción del azul, sin embargo, no está claro a qué responde; mientras unos creen que el azul fue el color que se asignó a los barberos frente al rojo de los cirujanos cuando se empezó a delimitar sus funciones, otros argumentan que el azul simboliza las venas del paciente al que se iba a hacer la sangría. Sea como fuere, el llamativo símbolo quedó establecido.

Luego, la llegada de las ostentosas y espectaculares pelucas que la clase pudiente usaba en el siglo XVII, y que todos hemos visto en infinidad de retratos, exigió a los barberos perfeccionar sus técnicas, en lo que fue el embrión, ahora sí, del negocio moderno.

Aunque tras la Revolución Francesa el uso de pelucas fue a la baja, como forma de ejemplificar la ruptura con el Antiguo Régimen, el negocio ya estaba establecido, aunque todavía convivía con las viejas prácticas de las sangrías y la extracción de muelas, algo que perduró hasta mitad del Siglo XIX.

Las barberías con sus características actuales ya estaban forjadas, al menos en esencia. Y la formación del primer gremio moderno de barberos, la estadounidense Associated Master Barbers of America (AMBA) en Chicago en 1924, le dio al oficio el impulso necesario para alcanzar su década dorada, en la primera mitad del siglo XX, cuando las barberías servían de locales de ocio para jóvenes y no tan jóvenes que querían distinguirse entre sus semejantes.

Una sofisticación que, después de décadas de olvido, recuperamos hoy en día para reivindicar lo exquisito de la dedicación a uno mismo y el placer de explorar aquellas prácticas y tradiciones de antaño que ofrecían una experiencia personalizada y distinguida.

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Fideliza y atrae nuevos clientes ofreciendo servicios sorprendentes para una experiencia integral

La fidelización de la clientela y la diversificación del negocio son dos de las grandes claves para lograr el éxito de una empresa. Pero lograrlo no es fácil, como es bien sabido. Uno puede usar multitud de técnicas conocidas y reconocidas, tratar de esparcir su mensaje a través de todos los canales posibles: Publicidad, clásica y online, presencia en redes sociales, buzoneo, etcétera. Pero, cuando ya lo has probado todo, ¿qué más puedes hacer?

Llamar la atención en un mundo postmoderno hiperestimulado es extremadamente difícil, y cada cliente, como cada like, vale su peso en oro. Probablemente ya te hayas esforzado en lograr que el cartel de tu salón o centro de estética sea llamativa, te has esforzado también en encontrar un nombre resultón, y sigues todos los mandamientos. ¿Pero qué más?

La respuesta puede encontrarse en cambiar la mentalidad; en seguir la tendencia que indica que los negocios que ofrecen servicios alternativos e integrales consiguen mayores éxitos. Por ejemplo, cuando alguien va a comprarse un traje, es muy probable que necesite ajustes en el tallaje, porque todos tenemos un cuerpo diferente. Ofrécele ese servicio de sastrería. Asegúrate de que tu cliente puede salir por la puerta de tu local con todas sus necesidades cubiertas. Otro ejemplo en la misma línea es la empresa Indochino, que en sus locales ofrece a los clientes acceso a un estilista que les garantice una compra acertada.

En el caso de un centro de estética, entendiendo que la opción de ofrecer asesoramiento es prácticamente inherente al negocio, una de tus mejores opciones es incorporar un catálogo de productos a la venta. Ofrece una gama de productos que ayuden al cliente a mantener el estupendo resultado que ha logrado en tu centro. Dale un champú que cuide bien su cabello, una crema hidratante para el pelo, utensilios de belleza o incluso tijeras, pasadores y planchas para el pelo.

Pero siempre se trata de ir más allá. Piensa en grande. Seguramente el peor momento para tus clientes es la espera. Tradicionalmente, todas las esperas se han basado en una austera combinación de unas sillas y una mesa condimentada con una selección de revistas de moda de temporadas anteriores. Es hora de cambiar eso. Nadie va a leer ya esas revistas teniendo un teléfono en la mano. ¿Qué van a querer? Conexión Wifi, por supuesto.

Dependiendo del nivel de tu negocio, podrías llegar a ofrecer más opciones para mejorar la experiencia de la espera de tus clientes. La conectividad es uno de los grandes rasgos del Siglo XXI. Así que tus opciones podrían pasar desde instalar un televisor inteligente equipado con una cuenta de Netflix a ofrecer pasar ese rato jugando en una videoconsola.

Otra opción es ofrecer una experiencia múltiple. Por ejemplo, instalando un pequeño bar donde los clientes puedan disfrutar la espera tomando un refrigerio. La empresa de colchones Casper, por ejemplo, abrió a finales de 2014 su primer ‘showroom’, donde los clientes interesados pueden tomar una siesta de prueba. Incluso pueden agendarla por internet. Pero no sólo eso, sino que Casper ofrece a los clientes un acompañamiento de café y gofres de día, y cócteles de noche.

Pero un bar no sólo es una fuente directa de ingreso, sino que el ambiente que crea puede ayudarte, por ejemplo, a crear un ambiente idóneo para la conversación estética o para hacer una pequeña demostración de esos productos que sugerimos que puedes empezar a vender en tu local.

Al final, se trata de ofrecer una experiencia integral. De atacar todas las necesidades del cliente para que disfrute su visita. Para ello, debes esforzarte en conocer esas necesidades. Pregunta a tus amigos y familiares qué aborrecen en sus salidas a la peluquería o centro estético. Qué les gustaría ver. Qué harían ellos diferente, porque al final, nunca se ve igual el negocio desde uno u otro lado de la barrera.

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Capítulo 8. Trucos y consejos sobre el Punto de Venta

 

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